martes, 21 de octubre de 2008

Le Clezio

En realidad no tengo un interés especial en escribir sobre Le Clezio. Tampoco me desespera, la verdad, aunque escribo esto un poco porque es lo que me toca, porque no puedo desilusionar a aquellos que todavía me creen algo así como un quintacolumnista del adormecido poder francés. Por mi parte siempre he intentado negar esta filiación, pero sin demasiado éxito por el momento. Resignación. Le Clezio.
No tengo nada malo que decir de Le Clezio. Tampoco mucho más que decir, la verdad. No es un mal escritor. Al contrario, escribe bien, muy bien incluso. El problema es que vuelvo a no tener mucho más que decir.
Le Clezio comenzó escribiendo en la época del Nouveau Roman. Su primera novela fue El atestado. La novela bebe del Nouveau Roman, sí, y bebe también de Camús. Yo, por ejemplo, creo que bebe mucho más de Camús, pero este juicio no vale demasiadoy reconozco que lo sostengo sobre todo por una sensación mía -no quiere decir que sea el único en defenderlo- y quizás también por empecinamiento. En fin, no es malo empecinarse. Le Clezio recuerda a Camús, o a mí me recuerda a Camús. Pero Le Clezio no es Camús -aunque escribe muy bien Le Clezio- y a lo mejor por eso hay un momento en el que Le Clezio renuncia a parecerse más a él. Le Clezio se va alejando de Camús y de la literatura furiosa (nunca demasiado) y angustiada de sus primeros años. Conoce Centroaméria y se convierte en un escritor tranquilo. Se enamora de la naturaleza y en sus libros aparece un ecologismo intelectual, cálido, amable y hermoso. Un ecologismo avant la lettre, en cierta medida, porque Le Clezio lo escribe y lo practica antes de que el ecologismo se pusiera de moda y también antes de que la cuestión fuese considerada válida en términos intelectuales -puede que siga sin serlo-.
No es un mal premio nobel Le Clezio. No es un mal escritor. No es un escándalo que lo hayan premiado. En realidad quienes se escandalizan -haberlos haylos- son los mismos que se empeñan en negar todo valor al premio mientras el tono de su discurso es el de quien ha erigido el Nobel como una especie de competición internacional, como unas olimpiadas de la literatura por ver quién tiene al mejor escritor del mundo, al campeonísimo en la prueba de las veintiseis letras libres (con obstáculos).
Le Clezio no es un mal nobel.
El problema es que eso es todo.

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