sábado, 23 de agosto de 2008

Lo telúrico


A veces no hay nada más peligroso que una postal. O tal vez una película. No las que se envían por correo ―cada vez menos― ni las que se acude a ver al cine ―cada vez menos―. No, el peligro reside en aquéllas con las que se contempla el mundo. Las que se persigue encontrar o se desea protagonizar.

Si Estados Unidos domina el mundo ―y lo domina― es por su… llamémosle «cultura». Quien espere toparse con lo que su bendita ficción nos ofrece, sin duda lo logrará, pero las sensaciones que le provocará son completamente distintas de las esperadas. De repente, uno ya no es el mismo.

Pero lo que nos ofrece la cultura no son sino símbolos de la naturaleza. Y es ésta última la que nos atrapa. Puede que esto no suceda jamás, claro. Lo cual no afecta en nada a la cultura, ni, obviamente, a la naturaleza. Tan solo sirve para distinguir a los fieles.

¿Puede un paisaje arrancar lágrimas?, ¿se puede amar una tierra?.

Hasta hace no demasiado creía que el desarraigo era la condición normal de todo adulto que se tuviese por tal.

Me he rendido. Tengo esta América metida en la sangre. Y ella me tiene a mí.

P.D.: «You cheated me», de Martha Wainwright, es la canción para esta extraña noche.

No hay comentarios: