domingo, 25 de enero de 2009

Revolutionary Road


No hay demasiada violencia. No al menos de ésa que hace reír a los niñatos en las salas. Ni ese humor ácido santo y seña del cine de los últimos veinte años. No hay drogas. Tampoco estamos ante un montaje que desafíe la secuencia temporal lógica. No habrá camisetas ni muñecos.

«Revolutionary Road» a lo que más se parece es a una obra de teatro. De Arthur Miller si ustedes quieren. No hay ningún suceso extraordinario ni llamativo. Se trata solo de la vida. De hurgar en lo trágico que hay bajo lo más cotidiano. Del sentido que tenga todo esto.

Tremenda. Los últimos minutos los vi con el estómago encogido. No hay salida. Es como una peli francesa bien hecha.

9/10.

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