domingo, 25 de enero de 2009

Revolutionary Road


No hay demasiada violencia. No al menos de ésa que hace reír a los niñatos en las salas. Ni ese humor ácido santo y seña del cine de los últimos veinte años. No hay drogas. Tampoco estamos ante un montaje que desafíe la secuencia temporal lógica. No habrá camisetas ni muñecos.

«Revolutionary Road» a lo que más se parece es a una obra de teatro. De Arthur Miller si ustedes quieren. No hay ningún suceso extraordinario ni llamativo. Se trata solo de la vida. De hurgar en lo trágico que hay bajo lo más cotidiano. Del sentido que tenga todo esto.

Tremenda. Los últimos minutos los vi con el estómago encogido. No hay salida. Es como una peli francesa bien hecha.

9/10.

sábado, 17 de enero de 2009

Dos cosas

A menudo caigo prisionero. De frases o canciones. Durante semanas no puedo salir de alguna melodía, camino por la calle, me doy la vuelta y ahí está esa frase, persiguiéndome burlona.

No sé si seguirá la muestra de García Alix en el Reina Sofía. Resulta muy recomendable, no vayan con la familia, eso sí. Brillante y perturbadora. Gracias a ella llegué a una frase, ahí va:

«La tragedia de la vida no es que las cosas hermosas mueran,
sino que se envilezcan.» Raymond Chandler.

Y la canción ―gloriosa― es «Perlas ensangrentadas».

La mezcla perfecta.